06 Ene El miedo en los gatos
¿Tímido, asustado o feral?
el miedo en los gatos
Autora: Laura Trillo Carmona.
Aprende cómo tratar a un gato desconocido o asustado. ¿Sabes que tu lenguaje corporal es lo que más asusta a un gato?
Existen muchas razones por las cuales un gato pueda tener miedo a las personas. No hay que confundir un gato tímido o miedoso con un gato feral. Los gatos ferales son aquellos que no pueden vivir encerrados, generalmente no toleran al humano, nos tienen miedo y no quieren interactuar con nosotr@s ni tener relación, algo que hay que respetar. Son gatos que prefieren vivir en su libertad, aunque en la mayoría de los casos de las colonias de gatos en zonas urbanas, estos gatos dependen del ser humano para ser alimentados, pero prefieren no tener contacto con nosotros y permanecer en libertad.
Los gatos tímidos son gatos domésticos, sociables con personas, (lo contrario a feral) que por alguna causa nos tienen miedo y se muestran muy asustados o inseguros ante todo lo nuevo. Podemos ayudarles a estar más tranquilos si nos tienen miedo a nosotr@s, simplemente cambiando nuestra forma de comunicarnos con ellos con nuestro lenguaje corporal, respetando siempre los límites que nos pongan y fomentando actividades que al gato le resultan positivas.
El miedo es una emoción que no se puede controlar, hay que respetar cuando alguien tiene miedo y no forzarlo a nada, sino darle seguridad
En Terapia Felina no nos gusta usar demasiadas etiquetas para los gatos, porque los tratamos como seres individuales únicos, con su propio carácter e historia. Pero para entendernos en este artículo, usaremos algunas. Lo que conocemos como “gato feral”, es un gato que generalmente no ha socializado con personas, no importa dónde haya nacido, hay gatos ferales que nacen en casas, y gatos domésticos que nacen en la calle. Hay diferentes variables que determinan que un gato es más feral o menos sociable con personas, lo que veremos más adelante, pero también hay algo muy importante que ocurre a veces: los gatos no nacen en blanco al nacer, cada uno tiene su propia “mochila”, en lo que podemos ver su genética, más la impronta, más sus primeras experiencias y referencias, algo que explicamos en profundidad en nuestro curso Comunicación Felina. Por eso, un gatito puede ser feral ya desde muy pequeñito y tenerlo muy claro, quiere ser libre y a ser posible lejos de las personas. No importa la edad que tenga si lo tiene claro, nosotras no forzamos, y además, estamos en contra de socializar a un gato a la fuerza para que sea “más adoptable”. En ningún caso nos parece ético que por prejuicios e ideas humanas un gato haya de ser sometido a algo que no quiere vivir, no hay excusas. Las personas debemos comprender el libre albedrío y respetarlo, ayudar a quien quiere ser ayudado y no meternos donde no nos llaman. Socializar a la fuerza, nunca. Por otro lado, hay muchos gatos que socializan solos, al tener experiencias positivas. Los gatos ferales nunca han vivido en lo que nosotr@s llamamos hogar, y al meterlos entre cuatro paredes se estresan muchísimo, pueden hasta dejar de comer y tienen una experiencia horrible, tal que decidimos devolverlos al lugar donde vivían, muy a nuestro pesar, conociendo todos los peligros que ello conlleva. Pero es su vida, y no podemos justificar un encierro tan doloroso porque nos da pena a nosotr@s, los gatos no tienen por qué pagar por nuestros miedos y apegos. Entonces, ¿cómo valoramos un gato feral y vemos si socializa, sin forzar demasiado? En vez de querer socializarlos a la fuerza con la intención de convertirlo en un gato adoptable para personas que quieren un gato cariñoso (suena horrible, como adaptar un producto al consumidor exigente), cuando tenemos dudas de si un gato feral puede vivir en interior, sencillamente le podemos ofrecer la experiencia, en positivo. Podemos llevarlo a casa, ofrecerle el lugar seguro siguiendo las primeras pautas de adaptación, y sin invadirle, tocarle ni hacer nada que el gato no quiera, ver si le va gustando la experiencia o no.
¿Qué diferencia hay con lo que llaman “socializar”? Una gran diferencia. La persona que intenta socializar a un gato lo hace desde una idea preconcebida y egoísta de que debe ser doméstico y dejarse tocar para que alguien le quiera, forzando al gato a ser tocado, hablándole, invadiéndole constantemente para que se acostumbre a las personas, sin ver lo mal que lo está pasando el gato y abusando hasta el límite de la resignación del gato. Esto es intolerable y una falta de respeto muy grave hacia ese gato, hacia su sentir y su decisión de no querer estar ahí ni ser tocado por nadie. Ofrecerle una experiencia en positivo para ver si quiere socializar, es sólo en gatos con los que tenemos dudas (a los ferales que lo tienen claro los dejamos vivir en paz), por ejemplo los que se muestran sociables en el exterior y queremos probar a ver cómo estarían en una casa, o gatos que han sufrido un accidente y les sería muy duro sobrevivir en una colonia. Se les ofrece un espacio tranquilo y seguro, con personas que no le invaden, que le respetan, que siguen unas pautas que daremos más adelante, y que están dispuestas a retroceder si ven que el gato no lo lleva bien, en vez de forzar más y más y empeñarse en que socialice. Se hace desde la escucha a ese gato y se le respeta. A muchos les gusta la experiencia y socializan, se hacen amigos de los otros gatos o perros de casa y quizás no son muy sociables con personas pero son felices en interior con la vida que se les ha dado y su referente de seguridad y familiar es otro animal, no la persona, y está bien así. Otros dan un cambio radical y se vuelven súper sociables, ¿cómo es esto? Sencillamente, no tenía experiencia con personas, y esta experiencia le ha encantado. No lo has socializado tú, ha socializado solo basándose en experiencias positivas que le han gustado, así de sencillo. Si un gato no quiere socializar ni tolerar a las personas, no lo hará nunca por mucho que le fuerces, como mucho conseguirás un gato infeliz, resignado a vivir escondido, algo intolerable.
Para hablar de todo esto y aceptarlo, muchas personas también necesitan tener una visión diferente sobre la muerte, y el valor de la vida. No todo vale, y no siempre el fin justifica los medios. La vida es un instante aquí y ahora, y hay que encontrar la felicidad en ese instante, estés donde estés, con lo que tengas. No se puede vivir infeliz ni sufrir un encierro pensando que en unos meses ya serás feliz, a lo mejor, sin seguridad ninguna de que eso sea así. En Terapia Felina trabajamos en presente procurando el mayor bienestar posible que los gatos necesitan aquí y ahora, lo mejor que podamos, respetando su sentir y necesidades, así como también por supuesto asegurando en la medida de lo posible que su futuro seguirá la misma norma.
Principales motivos por los que un gato tiene miedo o no es sociable
Genética
Hay temperamentos miedosos que se pueden heredar, así como el miedo a los depredadores (el humano ha perseguido y maltratado a los gatos desde hace cientos de años), sin necesidad de ser causado por ningún estímulo externo. Por ello de madres y padres ferales pueden nacer gatitos también ferales y tenerlo tan claro desde bebés. Si esta es su genética pero por ser pequeño pretendes que es más fácil socializar y el gatito no quiere, lo que puedes conseguir es un gato aún más huidizo e inseguro toda la vida, en estado de alerta permanente porque pese a bufar, gruñir y huir, le han perseguido, agarrado, toqueteado por todas partes, así que según crece se fía menos y vive más estresado. En cambio si lo respetas desde pequeño y no le invades sino que le dejas ser y te comunicas con un lenguaje corporal coherente como las señales de calma, tiene más probabilidades de socializar, ya que se siente seguro a tu lado, así que como ves, es lo contrario a lo que se suele hacer.
Socialización
Los gatos que se han criado desde pequeñitos sin acceso a ningún humano, pasando la época de impronta en un entorno diferente, pueden tenernos miedo. Estamos hablando de gatitos menores de dos meses. También puede darse el caso de gatitos que nacen de madres ferales, que reaccionan con miedo y defensa ante la presencia de humanos, impregnando así al gatito con la misma respuesta. Entonces decimos que o bien puede haber una falta de socialización con el humano, o una socialización aversiva.
Traumas o experiencias negativas
Los primeros meses de vida del gatito son muy importantes. Si en estos meses tiene experiencias traumáticas o negativas con un ser humano, es muy probable que se convierta en un gato miedoso para siempre. Hay que tener cuidado a la hora de coger y manipular a un gatito, para no hacerle daño. También los gatos adultos pueden sufrir algún tipo de maltrato físico que pueda originar un comportamiento miedoso posterior, pero su reacción suele ser diferente, más cercana a la agresividad por miedo o defensiva, que a comportamientos de huida. En cualquier caso, la emoción de base es el miedo.
Se pueden dar varias de estas causas juntas. Además, también tenemos a los gatos semi-ferales, que no son domésticos ni ferales al 100%, sino que pueden tolerar la presencia del humano, e incluso vivir en un entorno de semi-libertad (casa con acceso a un jardín por ejemplo), y permanecer a nuestro lado, pero nunca dejarse tocar ni coger por nosotr@s, prefiriendo tener libertad. Como decíamos, no nos gusta mucho usar etiquetas ni generalizar, porque hay una gama de grises muy grande entre todos estos términos, y gatos que oscilan entre un lado y otro, cambiando, socializando, experimentando.
Gatos que han sido abandonados y están desubicados
En vez de forzar gatos ferales a ser sociables cuando no quieren, podemos dedicar nuestro tiempo y esfuerzo a gatos que realmente necesitan ayuda para superar sus miedos y darles un hogar, porque lo están pasando mal y son domésticos, sociables, muchos han sido abandonados, se han perdido o han perdido a sus personas de alguna manera, pero estamos ocupando casas y gateras en protectoras con gatos ferales resignados que no deberían estar allí sino libres. Cuando un gato se ha criado con una familia humana, no conoce otra cosa. Si esta familia humana desaparece, fallece o lo abandona, y el gato acaba en la calle o en la jaula de una protectora, es terrible. Estos gatos necesitan un hogar urgentemente, muchos dejan de comer y enferman de la tristeza que sienten. Estos gatos tienen prioridad para ser acogidos en casas y sacarlos adelante.
Si un gato nos tiene miedo, lo mejor que podemos hacer es no ser invasiv@s para darle mayor seguridad, respetándole
Cómo actuar ante un gato muy asustado
Lo que queremos conseguir con las siguientes pautas es ayudar a un gato que está en un estado de shock o miedo a relajarse y empezar a ser él mismo, pudiendo así vivir tranquilamente en casa sin necesidad de huir o esconderse. También te recomiendo leer el artículo “Mi gato no se deja tocar“, donde profundizo más en esta parte y explico el vídeo anterior. Recuerda que son los gatos los que ponen los límites, no vamos cambiar el carácter de un gato, sólo vamos a ayudarle a encontrar el equilibrio ideal, su mejor versión, la más feliz. Depende de la situación, podremos actuar de una u otra manera.
Gatos escondidos detrás de un mueble o debajo de la cama
Normalmente son gatos que acaban de llegar a un lugar nuevo, un gato no puede vivir en este estado durante años, si es así probablemente hayamos cometido el error de encerrar a un gato feral. Si acabamos de traer un gato a casa, le hemos dado su Lugar de seguridad, y permanece escondido, podemos ayudarle a salir de ese estado. Incluso al entrar en la habitación, nos bufa para que no nos acerquemos. La primera regla es respetar ese bufido: si no quiere que te acerques, no lo hagas. Lo único que podemos hacer para ayudar a este gato son dos cosas: nuestro lenguaje corporal y “sobornos”.
Nuestro lenguaje corporal
Cuando las personas queremos calmar a alguien, lo abrazamos, tocamos, hablamos, es nuestra forma de transmitir cariño y seguridad, pero con los gatos es lo contrario. Por mucho que le hables al gato y le digas que no vas a hacerle nada, si mientras le hablas te aproximas hacia él de frente, de pie y mirándole fijamente, el gato va a entender tu lenguaje corporal, no tus palabras ni tu tono de voz, además percibe tus intenciones y tu energía, eres incoherente. Es como si tienes mucho miedo de las arañas y se te acerca lentamente una mientras estás acorralad@ (pero la araña es súper amorosa y tiene buena intención, sólo te va a picar, que es lo que más miedo te da, pero para ella es inofensivo y con cariño, ¿te sirve?). Es importante que entiendas cómo pueden influir tus gestos en el comportamiento del gato. Caminar de frente y mirando fijamente, el gato lo interpreta como amenaza, además si caminas hacia él de pie, le da más miedo porque eres muy grande para él. Los gatos cuando no quieren conflicto y se quieren aproximar a otro gato de forma amistosa, lo hacen rodeando al otro gato, una aproximación en semicírculo, sin mirarle fijamente ni de reojo, además enseñando un lateral del cuerpo o la espalda. Nosotr@s podemos hacer esto mismo: aproximarnos al gato de lado o de espaldas, agachados y por un lateral, haciendo un semicírculo. Sin llegar hasta el gato, nos sentaremos dándole la espalda o de lado cerca de él. La distancia de seguridad es importantísima, el gato es quien la marca, fíjate en su reacción según te acercas y si te bufa quédate ahí y retrocede un poco, no vayas más allá. Esto el gato lo entenderá muy bien.
Otra señal de calma que hacen los gatos y que comprenden como un gesto amistoso y de no amenaza, es el parpadeo o pestañeo lento. Puedes mirar al gato, parpadear lentamente y quitar la mirada. Normalmente el gato que no quiere conflicto te devuelve el parpadeo y se crea así una comunicación amistosa y como un “pacto de no agresión”.
No intentes tocarle ni aproximarte a él los primeros días, sino que lo que vamos a intentar primeramente es decirle de esta manera que no queremos conflicto y que está todo bien, con nuestros gestos. Verás cómo el gato se relaja y responde con más señales de calma. Quedará claro que por ninguna de las dos partes hay amenaza ni conflicto, eso es lo primero que hay que hacerle entender. El vídeo anterior es un pequeño ejemplo de este lenguaje.
“Sobornos”
Consiste en crear momentos que el gato te relaciona con algo positivo, en este caso queremos que el gato relacione nuestra presencia con algo que le gusta. Cada gato es un mundo y cada uno tiene sus preferencias, unos son irresistibles la comida o premios, otros prefieren el juego (sobre todo los gatitos pequeños). Hay que encontrar su punto débil, para que pueda superar sus miedos ante el irresistible olor de esa comida que le encanta o ese juguete que necesita cazar. Mediante este tipo de sobornos podemos conseguir que el gato “pierda la vergüenza” y se lance a por lo que le gusta. Lo normal es que si conseguimos con esto que el gato salga de ese estado de miedo y shock, una vez termine de comer y de jugar, vuelva a esconderse. No pasa nada, es normal. Lo importante es que por unos momentos hemos conseguido sacar al gato de ese estado, lo que quiere decir que vamos por el buen camino, es un avance. Si seguimos haciendo estas pautas veremos como poco a poco el gato va tomando más confianza. Normalmente estas pautas no funcionan los primeros días si el gato está en shock, lo primero siempre es nuestro lenguaje corporal y poco a poco ir incorporando lo positivo cuando el gato se vaya relajando. Pero si no se relaja y ya han pasado muchos días, no fuerces nada, siempre nos puedes consultar.
La impaciencia
¡Es importante tener paciencia! Si consigues que el gato salga a comer o a jugar, pero sigue con miedo, no tengas prisa por tocarle o cogerle en brazos, porque podrías estropear todos los avances. Lo ideal es que sea el gato el que se acerque a ti, a olerte, a comer cerca de ti, mientras tu permaneces inmóvil, sin mirarle nada más que para parpadearle y quitar la mirada, de lado o de espaldas, e incluso tumbad@ boca arriba (si te quedas dormid@, ¡mejor!). Si cuando el gato consigue superar un poco su miedo y acercarse a ti, tu aprovechas para tocarle o agarrarle, la próxima vez no se fiará tanto y volverá a tardar en acercarse. Pero si esperas al momento oportuno en el que sea el gato el que vaya a ti, le ayudarás más.
Cuando llegue este momento, en vez de ir a tocarle de frente y con la mano por encima de su cabeza (de nuevo un lenguaje corporal ofensivo para el gato, amenazante), simplemente pon el dorso de la mano al lado de su mejilla y que sea él el que se roce contigo, o dale de comer en tu mano. Si lo hace, mantén la mano y espera, no intentes tocarle. Deja que el ritmo lo lleve el gato, y observa cómo poco a poco, se acerca más a ti, entonces ya podrás cambiar la posición de la mano e intentar tocarle suavemente por la base de la cola, la base de las orejas y la parte posterior del cuello, desde el lateral.
Gatos tímidos
Si tienes un gato que no está en estado de shock escondido sino que vive con vosotr@s por casa, pero tiene mucho miedo a que le toquéis e incluso cuando viene alguien nuevo se enconde, hay una regla de oro: No le agobies. Si el gato no quiere ser acariciado, si sabes que no le gusta, no lo hagas. Practica las señales de calma o apaciguamiento: parpadeo lento y quitar la mirada, no ir hacia él de frente sino de lado o de espaldas. Si te cruzas en el pasillo con él y sabes que le das miedo, date la vuelta y vuelve por donde has venido, dándole la oportunidad de caminar a él primero hasta donde se sienta seguro. O bien puedes mirarle para que se de cuenta de que le has visto, quitar la mirada y caminar en semicírculo o de espaldas sin mirarle y pasar por delante de él, dándole a entender que simplemente pasas por ahí, no vas hacia él ni le persigues. Esto le ayudará mucho. Las visitas que tengas en casa podrían también hacer esto.
Si te fijas, los gatos se acercan siempre a las personas a las que no les gustan los gatos o no quieren contacto con ellos. Esto es porque estas personas, sin saberlo, gesticulan de esta manera, no les miran, no van hacia ellos, con lo cual el gato entiende que estas personas no son una amenaza y se acercan con más confianza, ¡sin saberlo hacen señales de calma! Para que veas la importancia de nuestro lenguaje corporal.
Practica estas pautas con tu gato, respeta sus espacios y su tiempo, sus bufidos y necesidades, no le agobies con caricias ni seas impaciente, dale tiempo y deja que él lleve el ritmo de vuestra relación. Ayúdale a entender que no eres una amenaza y crea con él momentos positivos donde la comida o el juego favoritos estén presentes contigo a su lado.
No hay que forzar las situaciones, verás como poco a poco, el gato empieza a perder la vergüenza y ser él mismo. Si realizas estas pautas conseguirás mucha mejoría e incluso ayudar al gato a superar su miedo y trauma con las personas. Puede que en algunos casos necesites la ayuda de profesionales como nosotras si el gato no mejora, para ayudarle a otros niveles y traumas más profundos, que podamos valorar hasta qué punto el gato puede mejorar o si realmente tiene otro tipo de necesidades o hay otro tipo de estímulos que le generan ese miedo.
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Resumen
de lo más importante
En resumen, un gato puede estar asustado temporalmente, ser tímido e inseguro o ser feral, y entre medias, todos los aspectos mezclados en uno o varios, por eso, no nos gusta mucho usar etiquetas para definir a un individuo, pero lo más importante en cualquier caso:
- Regla para todos los gatos: no forzarles a nada que no quieran y respetar su miedo y el espacio y distancia que reclaman.
- Dependiendo de la situación y del gato, trabajaremos el miedo que está sufriendo, o le dejaremos tranquilo y no molestaremos.
- Los gatos nunca mienten, si te bufan, gruñen o huyen de ti, respeta esto, se están sintiendo muy invadidos y amenazados por ti.
- Tenemos que ser coherentes: usar las señales de calma, tener un lenguaje corporal no invasivo y unas intenciones claras, para que los gatos se sientan seguros a nuestro lado. No sirve de nada hablar con cariño si tu lenguaje corporal es amenazante y vas a atrapar al gato. Si realmente quieres ayudar a un gato asustado, debes darle seguridad, no más miedo.
- Si necesitas ayuda, siempre puedes contactar con nuestro equipo o ver nuestros artículos y vídeos.
- Si quieres conocer en profundidad a los gatos para ayudarles y entenderles mejor, te recomendamos que te apuntes a nuestro curso de Comunicación Felina, ¡es maravilloso!